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En mis sueños los más locos...


"Los sueños son la literatura del dormir". (Jean Cocteau)


La literatura del dormir... ¡Está tan bellamente dicho, Sr. Cocteau! Y como amo apasionadamente leer, también me gusta soñar... la mayor parte del tiempo. ¿Sería posible soñar demasiado? Porque siento que esto me está pasando todo el tiempo. Cierro los ojos y sueño. Los mantengo abiertos y sigo soñando a veces, sobre todo durante estos interminables viajes en autobús entre Rimouski y Montreal, camino que recorro a intervalos regulares. Miro por la ventana y sueño. Me pierdo en mis pensamientos, y de repente, divago y me encuentro soñando. Estoy en una reunión aburrida donde sólo juego el papel de bibelot inútil, así que estoy escapándome al mundo de los sueños. Cada mañana, es lo mismo y es diferente a la vez.


Es lo mismo, porque cada día es inevitable, me despierto lentamente antes de que la alarma de mi reloj timbrará, bien acurrucada en mi cobija de lana de Uşak sólo llevando chones y las tetas al aire libre (freeeedom!), en general con un perro colocado entre las rodillas y otro agazapado en el hueco de mi espalada baja, mi cabello esparcido a través de cuatro o cinco almohadas que valen solo dos ya que son planas como crepas. ¿Qué es esto, este hábito de guardar mis almohadas tanto tiempo? ¡Para mi que ni siquiera es higiénico! Pero lo sigo haciendo como una terca valemadrista. No me veo sexy para nada, o tal vez sí, ¿quién sabe? Así que es lo mismo, digo… Pero también es diferente porque dejo un nuevo sueño, un universo hecho a medida, locuras inimaginables, fantasías decadentes o pesadillas maquiavélicas. En las mañanas, en cada despertar, me salgo de esos bosques espesos y a veces espinosos para regresar a mi camino trillado hasta la noche siguiente.

En mis sueños, además, siempre hay unos testigos silenciosos. Me Checa.Se aseguran que hago lo que debo hacer. ¿A ti nunca te pasa? No sé por qué, pero necesito esos testigos mirándome andar, y mi imaginación soñolienta siempre me envía unos, como para tranquilizarme, y para darme al menos un punto de referencia recurrente. Mi caso es bastante chiflado. Usualmente, es un silencioso Alex Kovalev [1] quien me acompaña mientras duermo. Sí, Alex Kovalev, AK27, el jugador de hockey ruso. Él mismo. Puede que no lo sepas, pero lo conozco personalmente (vale, solo en sueños, pero para mí, cuenta, ya que me acompaña todo el tiempo, ¡así que pasamos mucho tiempo juntos, él y yo!). Él me sigue dondequiera como un perrito pegajoso. Me imagino que es una forma de fantasía y que en mi inconsciente, me gusta su nariz grande un poco torcida, su pelo despeinado y esa anchura de espalda dejándome creer que el hombre es capaz de cargarme con sus brazos, yo y mis demás kilos. Está clarísimo que es algo así lo que ocurre en mi mente. Intento analizar la ocurrencia desde todos los ángulos, pero aun no entiendo por qué Kovy invade mis sueños desde años, excepto por motivos traviesos, aunque, te lo juro, él siempre conserva su ropa (calcetines y todo el show!) a pesar de que trata muy fuerte de excitarme sin que importen las circunstancias. Qué triste estado de las cosas, pero bueno, probable que no es un sueño del que yo soy la verdadera heroína, de lo contrario ya le hubiera desgarrado su camisa para descubrir todas sus cicatrices de jugador de hockey súper sexy. Yum.


Kovy, Kovy, Kovy… Y al despertar, me pongo a cantar, molesta como alguien que no ha tenido su regalito:


In the night, in my dreams,

I'm in love with you, 'Cause you talk to me like lovers do,

I feel joy I feel pain, 'Cause it's still the same,

When the night is gone I'll be alone.

Another night, another dream...[2]


También a veces sucede que un personaje demoníaco toma posesión de mi dulce paz mental mientras duermo profundamente. Su nombre es Jade, es una mujer bonita y brillante a primera vista, pero cuando la miras más de cerca, todo sugiere que ella sale directamente del programa de televisión "Botched". Su cara está un poco parcheada, y tengo la impresión de que es solo cuestión de tiempo antes de que se haga trizas. ¡Así es la vida! No siempre puedes tener visiones al estilo "Kovy" cuando cierras los ojos. A veces Jade ocupa este espacio. Jade es alguien que se impone y a ella no le importa desestabilizar a su entorno. No piensa, es como un robot que tiene una maldita risa chillona y atributos tan poco evolucionados como los de un proyecto un de la prepa hecho por fumadores compulsivos de marihuana. Todos conocemos personas que son como Jade en la vida. Lo ideal es no soñar con ellas, preservando así nuestra salud mental, pero a veces no podemos evitarlo. En mis sueños más locos, a Jade la neutralizan en sus impulsos destructivos y yo continúo durmiendo en paz. Pero ella vuelve a menudo, la mala, como Kovy, especialmente en este último año.


En mis deseos los más profundos (¡Esto sí que es profundo! Probablemente llegan hasta la capa freática), hay estas ganas de viajar por todas las rutas del mundo y esto, para siempre. A menudo este sueño de aventura se queda pegado en la punta de mi lengua cuando me levanto. Siembra las semillas de lo que luego realizaré en la "vida real". Porque sabes (aunque algunos parecen ignorarlo ciegamente) que la "vida real" no se juega en las redes sociales o cuando cierras los ojos para imaginar lo que "podría ser algo". No, al contrario debemos actuar una vez que ya tenemos la idea instalada en la mente. Cuando logro recordar mis sueños, me gusta apuntar en un cuadernito los lugares que visité, las impresiones que sentí... Y cuando las vacaciones se asoman por el horizonte de mi calendario siempre demasiado desbordante para mi gusto (a pesar de que hago todo lo necesario para NO llenarlo, otros se encargan de hacerlo), a menudo lo saco de mi cajón para inspirarme y luego reservar un boleto de avión. O dos boletos. O tres. Soñé durante años con la ciudad de Van, en Turquía, sin saber realmente por qué. Ok. Admito que me la paso contándote acerca de mi apego a los kurdos a cada semana. Tendré que escribir un texto al respecto un día o el otro, pero bueno, estoy patinando aquí... Oséa que en 2013, por fin puse un pie allí... un pie y todo mi hermoso cuerpo en mala forma, en carne y hueso, después de haberlo hecho muchas veces en sueños. Descubrí gatos únicos con ojos de dos colores, tulipanes creciendo cabeza por abajo, el lago más hermoso que sea (bueno, me falta neutralidad, ¡pero no importa!) y queso casero preparado con hierbas, el otlu peynir. Sí, la realidad puede comenzar con un solo sueño... y puede realizarse, si tu te das los medios y el derecho de hacerlo.


El derecho a soñar, de hecho, parece innato, pero es sin contar con el ser humano y su defecto más pérfido: la necesidad de control. Al soñar, hacemos todo excepto quedarse en control, aunque nos despertamos creyendo que tuvimos ambas manos en el manillar durante toda la siesta. Puede ser aterrador para los fanáticos del control de este mundo, aquellos que creen que vacillar, incluso en sueños, es hacerse vulnerable, y hasta simplemente fracasar. Soñar, fantasear, convertirse en otra cosa, intentar cosas que nunca harías con los ojos abiertos, ¡es el escenario perfecto! En un sueño, puedes besar quien se te antoja sin consecuencias, puedes imaginarte actuar en Broadway aunque no tienes un talento especial para el teatro y el canto, puedes pesar veinticinco libras menos, esnifar lo que sea sin dañar tu salud, olvidar que tienes una pequeña familia, un perro y un gato y convertirte de repente en la nueva Lara Croft en los tiempos modernos, ser el novio de Penélope Cruz o ser en campeón olímpico de bobsleigh, ser una punki un tantito pin-up, hacer actos heroicos con gran profusión, matar a los infieles, ser un personaje de película, tener poderes chamánicos de sanador, vivir en otra época. Sí, en tus sueños, tienes derecho a escaparte sin límite. Y si algunos sueños sólo te sirven para vaciarte la mente y eliminar las tensiones inhumanas que enfrentas todos los días, otros pueden allanar tu camino para una mayor conciencia, un cambio de vida, una dulce brisa de novedad, falta de viento suficiente en las velas para remodelar todo. OK, es cierto que si comes papas fritas y dos dogos antes de irte a la cama, es más probable que sueñes con ahogarte en un lago y simplemente morir. Estos sueños no cuentan en el lote, diremos, pero un consejito, deja de comer antes de dormir...


¿Con qué estás soñando? Yo, esa noche, volví a soñar que estaba acostada en un campo de nomeolvides, el sol barriéndome la cara y una mariposa descansando sobre mi frente. Casi se me quitan las ganas de despertar, ya que este sentimiento de verano eterno, de comunión con la naturaleza fue tan inmenso e inconmensurable. Abrí el ojo y el aroma de nomeolvides parecía seguir hipnotizando a mis narices un poco comatosas, como si el aroma había existido de verdad y que de hecho se había extendido fuera de mi cerebro. Es de una rareza indescriptible, lo sé, pero me tranquiliza. Diría que este sueño es mi favorito, y de lejos. Mucho más que cualquier noche con Kovalev y su gran nariz. Las flores antes de la napia, eso es todo, todo está dicho. ¿Y con qué nunca sueñas? Para mi, es raro, pero ni mi esposo, ni mi familia, ni la mayoría de la gente que conozco ocupan mis pensamientos cuando me convierto en bella durmiente. A menudo he revivido mi matrimonio, con mi mismo vestido rojo, mis mismas zapatillas... y un esposo, por supuesto, pero nunca le nombro y no le veo la cara. Tengo la impresión de que todavía se trata de mi verdadero esposo y nada sugiere que sea un “otro alguien”, especialmente porque Kovy está bien sentadito en la primera fila, entre mis invitados (chin…). Soy una weirdo, ¿verdad? Puedes tener la osadia de decirlo, ya lo sé de todos modos.


Anatole France ha escrito que "la existencia sería intolerable si no se soñara". Entonces, ¿para qué resistir al sueño? ¿Por qué voluntariamente atiborrarlo de trampas para evitar dormir a toda costa? ¿Por qué estresarse y anticipar cuando te vas a la cama? ¿Y por qué detenerse a imaginarnos a dónde quiere llevarnos nuestra imaginación?


Yo he soñado mucho, sigo haciéndolo y esto continuará. Quizás le tengo miedo a todo, pero en mis sueños soy invencible.

[1] Jugador ruso retirado de hockey sobre hielo. (apodo AK27)

[2] Another night, cancion de M.C. Sar et The Real McCoy.



| par La vie est un piment

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