"El juicio es un juicio, que seas obeso o demasiado delgado, o que no seas lo suficientemente atlético" (Anna Kournikova)
Sí, Anna. Déjame juzgar, por faaaa. Me toca a mi. Por una vez. Bueno, tal vez por dos o tres veces, pero te lo juro, no me pasa tan a menudo como la cantidad de veces que me juzgan A MI.
Mi pregunta es: ¿Se puede ser gorda en paz, santo cielito? Y oye, quiero especificarte aquí, antes de que te pongas a acusarme, que no tengo nadita en contra de la delgadez natural, al contrario, entiendo que existe y acepto muy bien su presencia. Nah... Prefiero cogerle ojeriza a este otro maldito tipo de delgadez, la que uno trabajada al máximo, esta misma delgadez después de la cual corremos como locos, y una vez obtenida, por la cual pudiéramos vender nuestra alma y así evitar de que nos vayamos a la esquina a ver si por casualidad lloviera. La expresión bikini body encarna el pináculo de este adelgazamiento mantenido vivo por un respirador artificial. Da sobre todo la impresión que solo los delgados tienen derecho a ponerse un maldito itsy bitsy teeny weeny yellow polkadot bikini o un Speedo. Porque sí, la expresión es unisex.
"Wacala. Mira la gorda. ¿Tenemos que ver eso?" (tono de disgusto)
"Si un chico estuviera embarazado, así se vería". (tono burlón)
"Hay trajes de baño para mujeres de gran tamaño, pues". (tono de desaprobación)
"Pagamos una fortuna por un todo incluido en México, y nos imponen gordas con marcas de estrías en bikini". (tono exasperado)
... (inspira, exhala, inspira, exhala)
Déjame tomar mi tono de maestra de escuela para explicarte esto: cuando escucho este discurso, ostento de inmediato mi mejor cara de emoticono, la que levanta los ojos al cielo y que parece gritar WTF. Te lo decreto, en caso de que no lo supieras: el bikini es un derecho, no una recompensa. Y "la gorda" en bikini muestra un valor inconmensurable, porque será juzgada mil veces, pero a pesar de todo, decidió que su piel, la iba a exponer como una obra de arte colgada en la ventana de una galería. Aplaudo calurosamente esta mentalidad.
Parece a veces que toda la sociedad nos empuja a hacernos a un lado, nosotros, los "con curvas", porque hace aproximadamente sesenta años que la delgadez está de moda, porque es caro acomodarnos (ya sabes, se necesita más tela para fabricar nuestra ropa de gordos, y algunos gordos tampoco entran fácilmente en los asientos cada vez más estrechos de las aerolíneas low cost). Y sí, molestamos un poco cuando nos paseamos en traje de baño en una playa de Vallarta. No saben dónde poner sus ojos para evitar vernos. Just too bad.
De hecho, si el mercado de los gordos puede ser costoso para algunas empresas, es extremadamente lucrativo para otras. Los dos grupos unen sus intereses para abordar el "problema": se crean todo tipo de dietas y otras tácticas más o menos drásticas para contrarrestar la obesidad y el sobrepeso, muchas de las cuales son totalmente perjudiciales para la salud (aun más que la obesidad en sí misma, es poco decir). Se venden a un precio indecente sabiendo que siempre habrá una clientela lista para pulir sus ahorros a tratar de obtener una silueta al estilo de Mariepier Morin[1]. Cuando funciona, satisface la pérfida industria de la delgadez, cuya puede así seguir reinando sobre los criterios aceptables de lo bello y lavarles el cerebro a todos sin siquiera tener que levantar un dedito para mantener su monopolio. Deja que la lucrativa industria de la grasa se ocupe de los obesos obsesionados con su hipotética pérdida de peso o en plena denegación, mientras ella se se encarga de vender el estándar delgado. Para ambas industrias, la de la delgadez y la de la grasa, es un ganar-ganar. Después de todo, la delgadez extrema es la que se venera en las alfombras rojas.
¿Cómo es que el gobierno está preocupado por la edad legal para fumar marihuana o comprar alcohol, está preocupado por el impacto de los cigarrillos electrónicos en los pulmones de sus usuarios, castiga a las empresas que no respetan la buena distancia entre su edificio y la calle para instalar un área para fumadores... pero se mete muy poco en las prácticas dudosas relacionadas con el mundo de las dietas y los vendedores de productos conocidos como mágicos? Muchas de estas dietas nos hacen jugar al yoyo con nuestro peso, afectan nuestra salud mental, pueden conducir directamente a la pared de los trastornos alimenticios, crear deficiencias importantes de vitaminas y nutrientes, o están al borde de la charlatanería. Es más, algunos de estas curas milagrosas pueden ser vendidas por cualquier experto improvisado en pérdida de peso. Oye, no es porque lograste perder diez kilos que estás calificado para aconsejar a otra persona sobre su proceso de adelgazamiento. No hay cincuenta mil formas de perder peso: tienes que gastar más calorías de las que ingieres. Eso es todo. Que yo sepa, no eres ni nutricionista ni médico ni psicólogo. Porque sí, aunque algunos son autodidactas, leen, aprenden y cambian sus hábitos de una manera más segura que cualquier otra dieta popular, algunos otros requieren un psicólogo para aprender a perder peso. Y no necesitan ningún consejo de un nutricionista farsante que no hayan pedido.
Una vez dicho todo esto, déjame contarte lo que me pone lo más furiosa. ¿Listo? Estoy cansada de checar a los influencers de Instagram o a las estrellas delgadísimas que se llenan la pancita con alas picantes cuando yo encuentro la manera de engordar solo comiendo una patética ensalada verde sin vinagreta. ¿Notaste que en el nombre "Instagram" está la palabra "gram"... Gramo. ¡Me parece que el nombre era destinado a albergar los egos de todas estas estrellas web delicadas en búsqueda de atención! ¿Aquellas personas tienen una vida donde solo se entrenan o qué? Estoy francamente harta de ver a esas locas del entrenamiento hacernos creer que no hay pedo hacer cien burpies y dos mil abdominales, mientras que yo, pobre idiota que soy, sudo a chorros y tengo el corazón que me quiere salir por la boca por embalarse tanto cuando corro un poco en mi cinta. Porque no, entrenarse regularmente, no es fácil cuando estás gordo. Duele. Es desagradable. Pasa mucho tiempo antes de que veamos resultados dignos de este nombre. Además, en el gimnasio, parece que nosotros, los rellenitos, no somos los bienvenidos, y esto, aunque nos quedamos tranquilitos como ángeles en un rincón polvoriento. Somos los afortunados que se hacen mirar de arriba abajo, y no el douchebag gritando como si acabara de eyacular en sus shorts muy pequeños cada vez que hace un levantamiento, ni la larguirucha en Lulu Lemon que se toma selfies toda maquillada mientras usa la bicicleta elíptica. ¡No! Siempre es la regordete tratando de hacer lo mejor que puede del otro lado de la pieza la que llama la atención, la que atrae las miradas, la risa y los susurros, o es el panzón al que le sacan carilla en el vestuario después del entrenamiento.
¿Por qué estamos tan maso, ya? Larousse dice esto del masoquismo: es un "comportamiento de alguien que parece estar buscando situaciones en las que sufrirá, estará enfermo, en dificultad, etc.". ¡Así es, merito! ¿Por qué insistimos en seguir "miss perfecta", o más bien "miss falsa" (porque hay que comprender aquí que sus hermosas fotos en Instagram fueron tomadas y retomadas mil y una veces hasta que quede el buen ángulo, el que oculta el pliegue del cuello o el pliegue del vientre)? Y nosotros, los gorditos, somos los reyes de los idiotas, ya que nos nutrimos con apetito de estos perfiles, a pesar de que nos hacen el mismo efecto que si estuviéramos caminando voluntariamente sobre una alfombra de clavos. ¡Come on! ¿Qué estamos esperando para dejar de seguir estas malditas cuentas? Es como si quisieras un helado y que a diario, te pones el dicho helado debajo de las narices para hacerte babear, pero al final, te das cuenta que el conito en el que querías tanto morder... era de plástico.
Si algunos tienen un metabolismo hiperactivo y son súper delgados sin esfuerzo, no les pasa así a la mayoría de la gente. Sin embargo, todo nos lleva a creer que es la naturaleza del hombre común y que, de hecho, la "contranaturaleza", es la gordinflona que soy. Dame un momento para suspirar profundamente, por favor.
... (suspiro)
Gracias. Ya que estamos aquí, déjame poner también los ojos en blanco.
... (ojos en blanco)
Ya pues. Me siento un poquitito mejor.
Es con este estado de mente que aprendí la semana pasada el cierre en Norteamérica de cincuenta y tres sucursales de la cadena de tiendas Victoria's Secret. Hijole... ¿Sabes por qué no derramaré ni una lágrima? No es por culpa de sus bonitos maniquíes con cuerpos irreales. Son hermosas, pero tan inaccesibles que las puse en la misma categoría que las mujeres manga sobre las cuales fantasea tanto el hombre japonés. No, no derramaré lágrimas, porque simplemente no soy su público meta. Ni siquiera necesito convencerme a mí misma, solo tienes que dar un vistazo a su colección para entenderlo. La verdad es que yo, la chica "no-tan-gorda-pero-un-poco-gorda-de-todos-modos", no entro en ninguna de su ropa interior. Victoria's Secret siempre ha pretendido que los senos más grandes que las copas DD eran una leyenda urbana. Y, sin embargo, conozco a tantas mujeres voluptuosas dispuestas a gastar una pequeña fortuna en encantadores encajes y adornos. Pues, me doy cuenta que quizás no hay suficientes personas flacas en Norteamérica para llenar a las 53 sucursales afectadas... ¡Pero en lugar de crear una colección para mujeres rollizas, mas vale cerrarlas porque esas mujeres, no las quieren ver en sus hermosas tiendas rosa chicle! ¡Dios mío, no!
Lo que la industria de la belleza quiere ver, son mini senos, mini nalgas, mini caderas, abdominales... Quiere tallas cero como en "cero curva", copas B como en "bebé senos", una barriga tan suave como el papel, una silueta de espagueti... No es por nada que las adolescentes de hoy están ansiosas tan pronto como no encajan en este molde. ¡Cuántos de ellas están obsesionadas con su peso! Y para agregar al patetismo agudo, ciertos grupos ideológicos intentan cada vez atraer más seguidores usando todas las estratagemas posibles para lograr sus fines. No tengo nada en contra del movimiento vegano y yo mismo cocino varias recetas veganas, porque pueden tener un sabor realmente bueno. Pero intentar convencer a alguien que se convierta al veganismo porque te hace perder peso es bastante deshonesto. ¡Ser vegano no garantiza un estómago plano o una mejor forma! De hecho, conozco a algunos veganos obesos. True story. Las papitas son veganas, la guacamole es vegana... ¡y son ricas en calorías! Si comes arroz en cada comida, se te hinchará la panza si no practicas deportes. ¡No es mágico! Según el sitio consofutur.com [2], al hacerte vegano, a menudo pierdes un poco de peso, pero si permaneces vegano, es mucho menos seguro de que vayas a adelgazar. Si no te mueves, no adelgazaras, ya sea que comas carne o no.
El invierno está a punto de terminar (espero, al menos). Saqué mi bikini de mi cajón. No sé si me atreveré a usarlo durante mis vacaciones de verano. Después de todo, tengo sobrepeso. Y en serio trato de ponerme en forma... ¿Sientes mi duda?
Pues... creo que terminaré aquí este texto y me iré a apretar el botón "no seguir" de algunas cuentas de Instagram, solo para liberarme de sufrimientos innecesarios.
[1] artista canadiense