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Romper el cielo: Proyección hacia su inmensidad interior


"No tengo arrepentimientos, solo proyectos." (Alfred Brendel)


A veces me pasa hacer un poco de psicología fácil. ¿Pues qué? ¡Él que nunca se ha improvisado sermoneador, dando lecciones sobre cómo bien vivir, que lance la primera piedra! Bueno, sé que estoy deformando un poco a las palabras del Nuevo Testamento, niña traviesa que soy, pero al final, ¡es verdad! Todos a veces queremos darle una lección al vecino sobre su estilo de vida, aunque a menudo estamos súper equivocados y se nos olvida mirarse el ombligo. Hoy, no te reprenderé, que estés en paz (amen). Más bien, voy a contarte lo que a mi me está hablando personalmente, lo que me embriaga, me motiva y me empuja hacia adelante, lo que me hace tropezar por la buena causa y, a veces, por la mala, y lo que hace que soy un poco crackpot en mis horas, y "crackerjack" en otras. Mi receta no es infalible y te advierto que debes ajustar las medidas y los sabores con cada intento.


Pienso que para romper su cielo como una cáscara de huevo, abrirlo y así encontrar su camino hacia el "aún más alto", uno debe saber, paradójicamente, cómo descender hasta su inmensidad interior y explorar sus aguas profundas. Para hacerlo, hago proyectos en los que trabajo, a menudo más disciplinada que motivada (porque no es con la motivación que uno levanta montañas, come on, es ignorando su pereza natural para mantener el curso). Ellos alimentan mi llama de vivir a MI manera. En mi opinión, en la vida, uno debe tener al menos cuatro tipos de proyectos para realmente satisfacer su necesidad de crecimiento y superación: algo que nos obliga a superarnos físicamente, algo que nos impulsa a cambiar un aspecto relacionado con nuestro saber estar, algo que hace sentir bien los demás y algo que nos permita soñar un poco.


Superarse físicamente... aunque sea "ay, ay, ay"


¿Para qué querer superarse físicamente, si el proceso nos hace sufrir? Puede parecer masoquista al más no poder, pero la actividad física es una salida para muchas dolencias, además de hacer que te sientas mejor y mejor cuando te enfrentas a desafíos deportivos esporádicos. En este sentido, trato de crecer siempre un poco más en términos de rendimiento físico. Puede que no tenga el cuerpo más atlético que sea, después de todo soy voluptuosa y tengo las piernas cortas, pero no necesito subir el Everest ni convertirme en una campeona para sentirme orgullosa. También, me gusta inspirarme de las personas que me rodean. Tengo una colega, por ejemplo, que comenzó a correr hace como dos años. Al principio ella tenía como objetivo lograr cinco kilómetros. Luego, poco a poco, comenzó a correr carreras de diez kilómetros y, a pesar de algunas lesiones, perseveró, en verano como en invierno, para llegar al medio maratón, la distancia que intentará superar en septiembre durante el maratón regional.


Ella me inspiró empezar a correr. Así que estoy haciéndolo y aunque estoy avanzando a pasitos de tortuga, voy a abordar los cinco kilómetros en el mismo maratón que ella. Se me hace difícil. Trato de aprender a correr bien, leyendo libros y usando aplicaciones y una pulsera inteligente. Correr me enorgullece, ya que estoy haciendo algo que me parecía imposible hace poco. También me da la esperanza de mejorar mi cardio para poder enfrentar un reto completamente diferente, el de subir el Monte Ararat, en Turquía, en los próximos años. ¿Por qué querer subir a la cima de una montaña de más de cinco mil metros, te preguntarás? Es muy sencilla la respuesta: Porque creo que el camino para llegar allí me permitirá volverme más completa, más equilibrada, menos cerebral y físicamente más fuerte. Y porque a los casi cuarenta años, me quiero realizar en el corazón de la naturaleza, no solo delante de un teclado o socialmente. Así que aquí está. Haz ejercicio, es bueno para ti. Espero no enseñarte nada con esta última frase... Ojalá.


Destruir con mucho ánimo sus barreras mentales y sociales.


¿Qué puede significar esta frase de guerrero cortador de cabezas? De hecho, se trata de realizarse contra viento y marea en un ámbito que nos atrae. Algunos deciden dedicarse a la política municipal, otros pretenden a una posición de alto nivel al trabajo o ingresan en una compañía de teatro a pesar de su temor a hablar en público. Algunos regresan a la escuela, recitan poesía en un bar o viajan al otro lado del mundo para trabajar como voluntarios. Yo, quiero romper los tabúes y tratar de tener un hijo, aunque ya no soy tan joven. Sin presionarme. Muy suavemente. Que funcione o no.


Pero a mi edad, oye, se nos dice todo tipo de cosas sobre todo tipo de tonos. Ya, el hecho de no tener hijos me atrae comentarios como: "Qué bueno que no tienes hijos, porque sabrías qué es el verdadero cansancio" (como si una persona sin hijos no podría tener una vida lo suficientemente llena como para estar "bastante cansada"). La verdad, son puras tonterías. Creo que, al contrario, muchos padres, si intercambiaran su vida con la mía, estuvieran agotados, pero esa no es la cuestión. Ser una madre más grande despierta muchos prejuicios. "Ella no tendrá la energía que se necesita" (¿Apostamos?). "Tendrá un embarazo riesgoso" (Sé todo eso, pero no es siempre el caso, y de todos modos, conozco a madres que han tenido embarazos difíciles en sus veinte años). "Ella no sabe qué lo que le está esperando" (obviamente, ya que aun no soy madre). "Ella va a perder su bella y querida libertad" (Tres letras: WTF. Déjame reír a carcajadas, la teoría queda a comprobar y es MUY relativa). Las elecciones de mi vida probablemente no serán tuyas, y eso está bien.


En fin, construirse sin cesar y siempre desear hacer evolucionar su "yo" en la sociedad rompiendo esas barreras que a menudo uno pone solito en su propio camino, es una faceta esencial para una vida saludable. Aprendemos así a no tener miedo de tener más miedo. Sipi... Me entendiste. Creo.


Producir felicidad como pastelitos


Complacer. Gratuitamente. Espontáneamente. Hacer el bien. Participar en hacer que el mundo sea mejor. Ser un mejor humano. Se puede lograr de varias formas más o menos formales. Puedes involucrarte en una organización, con tiempo o con donaciones, ayudar a limpiar playas llenas de plástico durante el fin de semana, servir de niñera a los hijos de tu hermana, dar sin esperar nada a cambio, invitar a tu mejor amigo en un restaurante para una noche loca, echar la mano a un colega. Más simplemente, uno puede trabajar sobre su propio ser para permitir una mejor armonía a su alrededor. Este es mi objetivo. Decidí hacerlo combatiendo mis prejuicios uno por uno. Convertirme en un ser más tolerante y criticar de manera más constructiva son ideas que me llevan a ser una mejor amiga, una mejor colega y una mejor ciudadana del mundo.


Mi forma bien personal de sembrar semillas de felicidad es de aprender a hablar varios idiomas. Me explico. Porque dicho así, está lejos de ser claro, lo sé. El desafío es inmenso, porque nunca tenemos suficiente vida para asimilar todas estas palabras, todos estos conceptos gramaticales, pero cada palabra nueva que uso durante mis viajes me permite coleccionar una sonrisa más, una risa más, y a veces, un amigo más. Hablar un poco del idioma de un país que visitas, incluso si es a través de una guía lingüística, es una marca de respeto para el anfitrión. Es una forma de mostrarle que quieres conocerlo, que quieres entenderlo. Ocupamos un lugar de iguales. Casualmente, aprendo un poco más de árabe en cada viaje a Egipto, y claramente apunto a que algún día pueda tener una conversación completa sin gesticular como loca con mi "papá" egipcio, quien solo habla algunas palabras de ingles. Soy claramente una autodidacta de idiomas. Aprendo a través de los libros que compro, la música que escucho y los contactos que he hecho desde todos estos años de viajes.


Me gustaría descubrir cómo te transformas en un sembrador de felicidad. No hay una manera incorrecta de hacer feliz a alguien, si lo haces con toda sinceridad, y esto, aunque te olvidas un poco en el proceso.


Espolvorear su vida con un toque de polvo de hada


¡Necesitamos magia para estar completos! ¡Sueños! ¡Polvo de hada! ¡Arcoíris! De todos los proyectos, a menudo son los más absurdos los que parecen más significativos, al menos para mí. Me gusta tener proyectos más grandes que la vida, para los cuales no tengo ni idea del camino que elegir para llegar a realizarlos, o si tengo que ir a caballo, con Fórmula Uno o a monopatín. Además, soñar mucho no impide el progreso. Uno hasta puede realizar algunos de sus sueños un tanto demenciales de manera gradual, si lo emprende con serio, porque uno no es un freno para el otro. Las pociones de hadas funcionan si aprendes a administrarlas (de lo contrario, se convierten en lo que llamamos pensamiento mágico y eso, hay que evitarlo cuando se puede).


¿Tú, en qué estas soñando? ¿Quieres inventar algo que cambiará nuestras vidas? ¿Quieres comenzar tu propio negocio de zapatillas (seré tu primer cliente, claro, y tu favorita)? ¿O poner los pies en todos los países del mundo al menos una vez? ¿Quieres convertirte en un criador de perros salchichas? ¿O llegar a la cima del monte Denali, en Alaska, como un amigo mío que se dio cuenta de que soñar en grande no es muy peligroso para la salud? ¿Que quieres? ¿Quieres participar en un concurso culinario y convertirte en un famoso chef? ¿O convertirte en un influyente "youtuber" reconocido en su ámbito? ¿Quieres competir en un Ironman? ¿O correr ultra maratones? ¿Quieres adoptar un niño? ¿Varios niños? ¿Qué te hace vibrar tanto que lo sueñas cada noche?


Yo tengo ganas de escribir una novela. O una colección de crónicas de mis viajes, quien sabe. Todavía no sé por dónde ir, a qué puerta tocar, qué tono dar a la obra o qué palabras elegir, pero me importa un pito. Palabras, yo tengo. Lo sabes, ya que te rompo los oídos a diario con mis ellas. Encontraré las adecuadas. Reflexiono y mantengo este sueño en un rincón de mi cerebro en ebullición perpetua para extirparlo cuando llegará el buen momento. La simple idea de tener algún día mi propio libro me hace feliz como una niñita. Lo que sigue es quizás borroso, pero me pertenece por completo.


En conclusión, como Saint-Exupery lo expresó muy bien: "Haz de tu vida un sueño, y de un sueño, una realidad". ¿Por qué no, eh? Proyectarse hacia el cielo azul sin tener en cuenta ningún límite conocido es una habilidad que todos deberíamos poder desarrollar. No se trata aquí de tener ambición o no, de querer ver en grande o no o buscar la felicidad en otra parte en lugar de contentarse de lo que uno tiene. Crecer como ser humano es una necesidad que no siempre se cumple. La necesidad de realizarse, sin embargo, está en la cima de la pirámide de Maslow. Para llegar allí, tienes que pasar por todas las demás necesidades que lo preceden y para eso se necesitan proyectos, visión, sueños y audacia. Deseo que lo consigas, cueste lo que cueste, pero sin muchos arañazos y rasguños. Yo, ya tengo las rodillas abiertas y demasiados callos en los pies.



| par La vie est un piment

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