"Las razones son solo razones, ósea que quizás no son verdades" (Miguel de Unamuno)
Porque hablo mucho y soy un poco cuidadosa.
Porque soy demasiado.
O no lo suficiente.
Blanca o negra. Pero no gris.
Porque soy pequeña, incluso montada sobre mis zapatillas.
Pequeña, sí, pero con ideales de gigante.
Pequeña, pero tan grande.
Pequeña, pero en pleno crecimiento interior.
Porque soy rara. Si, rara.
Que amo sin límite.
Que soy una bola de emociones gravitando constantemente alrededor de todo lo que se mueve, como una luna.
Que la vida me guia por caminos raramente pavimentados.
Que ella elija a mis amigos para mí. Y la dejo hacer.
Porque el planeta es mi patio de recreo.
Y que no creo ni en las fronteras ni en la apropiación cultural.
Porque odio la nieve.
Pero me gusta la lluvia.
Porque soy feminista.
Pero no me rebelo contra mis hermanas que han hecho otras elecciones que las mías.
Porque aun no tengo hijos, a los casi cuarenta.
Pero me gustan los niños.
Porque leo de esa chick lit poca intelectual en mi baño.
Que practico un deporte violento.
Que exploro mis pasiones y mis antojos hasta la saciedad.
Que cuido mucho a mi salud por momentos.
O soy "valemadrista", depende.
Porque tengo ideas alocadas.
Enormes sueños por los que debo pelear para realizarlos.
Porque soy perseverante.
Iluminada.
Loca.
Si, loca.
Porque estoy probando mi suerte.
Yo gano. Yo pierdo. Pero no me desanimo.
Y me muevo hacia otras cosas, otro rumbo.
Paso la página con la gracia del aleteo de una golondrina.
Acuso las bofetadas de la vida como caricias en mis mejillas.
No faroleo.
What you see is what you get.
Porque tengo muchas palabras a compartir.
Muchas historias a contar.
Muchas preguntas a hacer.
Muchas voces a acoger.
Porque soy espiritual.
Y medito en los templos de todas las religiones sin vergüenza.
Porque esto perturba.
Choca.
Porque tengo mis razones...