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El regreso a los orígenes


"La renovación siempre ha sido un regreso a los orígenes." (Romain Gary)


Acabo de regresar de tres semanas pasmosas en México, semanas que fueron de una grandiosidad casi indescriptible. Sí, lo sé, no es necesario que me lo recuerdes, es mi segunda vez este año en el país de Luis Miguel y de Pancho Villa, pero tenía una necesidad visceral de volver a conectar con mis raíces de adopción, como a todos nos puede pasar de vez en cuando. Es que pasé allí muchos años hermosos, al comienzo de la edad adulta. Hasta pensé por un momento vivir allí para siempre pero luego, la vida nos muestra otro camino, y me alejé sin poner los pies en el país durante casi veinte años sin realmente darme cuenta de mi evitación. El tiempo pasa tan rápido... Pero de repente, escuché el llamado. El llamado a las fuentes, a los orígenes de la amistad, de los recuerdos.


De hecho, no sé cómo describir mi México, la verdad, ya que ha cambiado tanto mientras sigue siendo el mismo. Parece imposible, dicho así, pero es exactamente eso. Es un tipo de híbrido entre el México que conocí antes y el de hoy. Podría describirlo como unos inmensos fuegos artificiales de sabores, perfumes y colores que evocan en mi mil y un recuerdos. Tiene sabor a cilantro, a chiltepin, a pitaya, tamarindo, queso fresco, chocolate amargo y café. Es un churro relleno de cajeta, fresas con crema, una quesadilla con queso en la Ciudad de México (te juro que no es un pleonasmo, al menos no en la capital nacional) o una quesadilla en cualquier otro lugar (bueno, ¡eso es más lógico!), un pollito asado al carbón con cebollitas dulces y mucha salsa. Es un ceviche de dorado que acabo de pescar en altamar por San Carlos (ok, ok, yo no, sino mi novio, porque yo prefiero broncearme la lonja), eso y una buena clamatada bien fría para acompañarlo (o dos, o tres, o diez).


También México encarna a todas aquellas mujeres que caminan con su pequeño chihuahua. ¡Lo séééééééé! Parece que estoy describiendo una publicidad de Taco Bell, ya que la imagen parece caricatural a voluntad, pero donde sea en el país, de veras vemos a todos estos perritos caminando por la mañana con sus dueñas y si no había notado este hecho cuando vivía aquí, creo que nunca he visto tanto de esas mascotas peludas como en estas últimas tres semanas de exploración. Pero México est mucho mas que esto. Es el Popocatépetl que escupe humo, es una panoplia de iglesias doradas y abigarradas, cada una con su capillita para honrar a la Virgen de Guadalupe, es un bahía color turquesa en el mar de Cortés rodeada de cactus en flor y fruta y una horda de pelícanos voraces rogándote que les tires trozos de tortillas. Es maíz azul al igual que mis ojos. Los coloridos vestidos del istmo de Tehuantepec. Una botella de bacanora artesanal (este elixir te destapa la nariz cuando tienes gripita), un traguito de mezcal a sabor de maracuyá, un tequila que NO BEBES de un sólo trago, una cubeta de seis cervezas por 120 pesos a compartir con amigos a platicar de nuestras palabras favoritas en una terraza en la calle Génova hasta las dos de la mañana, una enorme botella de pulque que, según me han dicho, curaría casi todo y sería excelente para la salud de las mujeres embarazadas (¡soy escéptica!), y un refresco llamado Squirt... un nombre probablemente salido de una película porno (¡no te rías, eso es!).


El México que conozco es el de Yany el caniche que juega con Sofía y Danielito, de la lucha libre entre enanos enmascarados el martes y el viernes en la Arena México, de las empanadas de calabaza, de los Ruffles de queso, de la Michoacana, de las avispas que te persiguen para entrar en el popote de tu botella de Coca, de las novelas de Carlos Fuentes, de la gasolina demasiado cara, de las mariposas monarcas, de los Aztecas, los Mayas, los Chichimecas y los Yaquis. Es un país que contiene otro, ya que la ciudad de México solita es el hogar de 22 millones de almas que tienen un acentito cantado y se alegran cada vez que una lluvia ácida cae sobre ellos (disminuye el nivel de smog, al parecer). Es el vuelo AM2066 que siempre está atrasado de 1 hora (¡qué flojera!), un pintor que expone sus pinturas en el bazar del sábado, es Creel, encaramado en plena montaña tarahumara, o el cañón del Sumidero en la inmensidad de la densa y tupida selva, es un sahuaro o un agave, las luciérnagas de Tlaxcala y los muertos de Pátzcuaro.


Mi México de las últimas semanas es también y sobre todo un abanico de favoritos. Es un chai latte de Cielito Querido, un pequeño plato de pozole de La Casa de Toño, el súper Biergarten del Mercado Roma y su versión un poco exótica de las papas poutine [1], los desayunos abundantes de Tulum en Guanajuato, o el olor embriagador del café recién tostado de Conquistador, justo enfrente. Este es el mejor lechón del universo entero preparado por la maravillosa Fernanda del Fortaleza de Tequisquiapan, es queso de cabra marinado en vino tinto comprado en la Vaca Feliz, zapatillas con incrustaciones de pequeñas perlas de Manuel Sekkel, todos los italianos poblando el pueblo de Chipilo, el mercado local de Atlixco, los cocos de la laguna del Nainari, las bolsas coloridas de ¡Ay Güey!, los jeans baratos de Cuidado con el Perro, los dogos de la Calle Nainari esquina 5 de mayo, el ángel de la independencia en todo su esplendor, el Diamante Azul, Panteón Rococó, los cacahuates japoneses, el marqués [2] y su Marcela...


Es Claudia y su sentido de la respuesta mordaz bien sonorense, la pareidolia de la sublime Any (¡ve caras en todas partes, madre mía!), los abrazos (de esos que no me gustan) de Librado, Eli y Pablo perdidamente enamorados, la hospitalidad incomparable de Daniel y Marisela, los dibujos de Sofía y los legos de Danielito, la amistad intemporal de Melisa, las historias de pesca de Rafa, los ojos risueños y la eterna juventud de Roberto y el español musical de Eric.


Son las personas que a menudo hacen que el viaje sea viaje. Los nuevos amigos, los viejos... Nuestro disfruto al darle vueltas a los recuerdos desenterrados del pasado, y la gran alegría de crear a otros nuevos, que nos harán darles vueltas en veinte años. Es olvidar de dónde venimos y dónde estamos para enfocarnos en los sentimientos, las emociones, la sensibilidad y las grandes similitudes que todos los seres humanos del mundo tienen cuando están realmente felices.


¡Viva México y viva la gente feliz!

[1] poutine: platillo de Québec hecho de papas fritas, queso y salsa gravy

[2] patrocinador del aqueducto de Querétaro



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