"Alcanzar la superficie de juego y no poder tirar a la portería es como bailar con tu hermana" (Diego Maradona)
Sí, créalo o no, Maradona una vez declaró esto, hablando de su inmenso placer a marcar goles a cual más fabuloso. Y de estos goles, ha marcado muchos... Y un pajarito me dijo que él no ha bailado con su hermana muy a menudo. En estos días, de hecho, es el gran regreso de la Copa del Mundo, que sin dudas es EL MAYOR evento deportivo del planeta. Sí, te lo juro, más grande que el Super Bowl (¡ni siquiera se puede comparar!), y mucho más que los Juegos Olímpicos, al menos para mí. Cada cuatro años, treinta y dos naciones logran clasificarse entre doscientos y pico de ellas, a veces in extremis, y empiezan una carrera frenética de un mes hacia el trofeo tan codiciado con la esperanza de tener la receta ganadora para arramblar con los honores máximos sin perder demasiadas plumas en el proceso. Desde 1994, he estado esperando el primer partido de la Copa del Mundo con impaciencia, mareando mi entorno con mis pronósticos enfadosos y las descripciones muy precisas de mis mil y un favoritos. Porque tengo mis preferencias en cada país, cada liga, cada posición. Esto hace mucho reír a mis amigos. Pero soy una chica que funciona con flechazos, e aunque me tapo de ridículo diciendo que me gusta tal o cual cosa, me da igual.
Y como el Mundial de este año en Rusia acaba de comenzar (¡hurraaaaa!), decidí contarte sobre el evento como una verdadera fanática loca tratando de convencer a algún novato de que se interese en él. Porque aunque no te gusta el fútbol, puedes encontrar mil y una razones para complacerte como un pez chapoteando en el agua durante el torneo de la dicha Copa. Aquí te van cinco de mis razones favoritas.
Cuerpazos
¡Te prohibo burlarte aquí! Ya sea que te gusten los hombres, las mujeres o cualquier cosa, hay cuerpazos disponibles para deleitarte las pupilas al más no poder durante la Copa del Mundo. Y como no estamos ciegos, ¿para qué privarnos, verdad? Tendremos acceso durante todo un mes a un desfile de dioses griegos de los tiempos modernos (o más bien de dioses franceses, costarriqueños o nigerianos...), a tabletas y tabletas y mas tabletas de abdominales, a un buffet libre de bonitas nalgas, algunas redondeadas, otras musculosas y bien rollizas, a piernas atléticas, espaldas y brazos tatuados, a sonrisas cautivadoras y rebosantes de juventud. Sus novias son iguales de atractivas con sus pechos redondos, minifaldas, labios carnosos y bronceados exóticos. Todos sabemos que Lionel viene con Antonella por defecto y que donde va Piqué va también Shakira. Mirar está permitido, siempre que retengamos el chorrito de baba que brota entre nuestros labios atontados ante un espectáculo tan incesante. Un largo mes para alimentar a nuestros ojos de Toni Kroos, Cristiano Ronaldo, Victor Moses, Raphaël Varane ... ¡El sueño! Después de todo, a pesar de que la belleza es antes que todo la del alma, ver a un ser intrínsecamente hermoso por todas partes estar en la cima de su arte a diario, es algo excelente para nuestra pobre moral en desbandada. Junio queda a mediados del año. Tendemos a tener una ligera caída en la energía al inicio de nuestras vacaciones. Pero con el Mundial estando en su apogeo, solo tenemos que abrir los ojos para revitalizar nuestra motivación. Parece prácticamente que una gran cantidad de feromonas fluye a través de nuestra pantalla de televisión para llegar a nosotros donde exactamente se necesita. Entonces, ¿qué estás esperando para sintonizar el canal de deportes y fantasear un poco? ¡Hazlo rápido antes de que los más guapos sean eliminados!
Viajar por un plato de lentejas
Durante el Mundial, puedes viajar casi donde sea desde tu televisor. ¡E incluso sale más barato que cualquiera clase económica de aerolíneas! Cualquier codo puede satisfacerse con una tal oferta. Hace cuatro años, recorrí Brasil en un intenso mes de televisión, desde Río hasta Manaos pasando por Belo Horizonte. ¡Y este año de repente voy a pasar el mes en Rusia! Varios países de todos los continentes están representados, y entonces, los coloridos aficionados de todos estos equipos nacionales se están movilizando en gran número para alentar a sus favoritos y pasan a la tele. Aprendemos muchas cosas interesantes (y hechos) sobre el estado de nuestro planeta y sus diferentes pueblos. Por ejemplo, descubrimos que el portero del equipo islandés, Hannes Halldórsson, también es cineasta de carrera. El multiculturalismo alemán y francés perturba menos la opinión popular cuando se trata de desempeñarse globalmente con excelencia al balónpie. Cuanto más nos desempeñamos bien en el torneo, más estamos a favor de la diversidad. Es la historia del mundo. Escuchamos todo tipo de acentos divertidos en shows previos al juego... "R" enrollados en exceso, "h" aspiradas como una cucharada de sopa demasiado caliente, vocales olvidadas en el corazón de una palabra pronunciada demasiado rápido... Vemos a mujeres saudíes emancipadas festejando en un estrado repleto la presencia de su país, a bellas mujeres senegalesas en su suntuosidad festiva, a brasileños bailando como si fueran egresados del Instituto Nacional del Desplazamiento de caderas. Descubrimos ciudades de las que nunca habíamos oído hablar antes... Rostov-del-Don, Saransk, Kazan... y de repente comenzamos a planificar nuestras próximas vacaciones por el rumbo del lago Baikal.
Reunirse
Me encanta vivir los juegos de la Copa del Mundo en comunidad. Hay muchas reuniones en todas partes y no necesitas conocer bien al fútbol para disfrutarlo. Los bares deportivos abundan con actividades durante el mes, ofrecen promociones que no se pueden declinar (¡alerta shooters!) y te ofrecen un ambiente bárbaro. En verdad, lo que se llama cultura del fútbol no solo está relacionada con el conocimiento del deporte y su apreciación, sino que también define una multitud de comportamientos relacionados con la pasión del soccer. Los agrupamientos de los aficionados son una parte integral de esta cultura. La rivalidad y la camaradería van bien juntos, y a pesar que tendemos a molestarnos un poco y burlarnos lindamente de los perdedores, también desarrollamos bellas amistades deportivas que durarán los próximos cuatro años. Tomar una pinta de cerveza en un bar atiborrado y ruidoso con los aficionados portugueses de Montreal que veneran a Ronaldo, Quaresma, Pepe y João Moutinho, no hay nada igual. Cada gol nos da la impresión de que nuestro corazón nos saldrá por la boca, nos encontramos abrazando a los de la mesa vecina, luego nos tragamos una bifana [1] sin saber qué es cuando sentimos une pequeño antojo asaltándonos, eso y un pasteis de nata [2]. Lo mismo pasa con la comunidad mexicana. Nada vale mejor que pasar una tarde tórrida de julio bebiendo una buena michelada fría que te decapa la lengua por culpa de todo el chile que le agregamos, cantando "México, México, ra, ra, ra!" con una bola de felices fanáticos llevando sombreros de charros y máscaras de lucha libre.
El Internet
No hay mejor momento para perder su tiempo navegando en las redes durante la Copa del Mundo. Es que todos los troles salen de su lúgubre cueva para pasárselo bomba en las redes sociales. ¡Es un entretenimiento delicioso! ¡Se montan toda una película! Aconsejo a todos los deprimidos que gasten al menos quince minutos al día a vagabundear en Facebook y Twitter durante el torneo, aunque solo sea para sonreír un poco. No solo la red está llena de troles, sino que también es invadida de repente por chovinistas que escupen su saña contra "el enemigo". Si en otras circunstancias esto podría hacernos fruncir el ceño, durante el Mundial, por el contrario, es muy divertido leer las discusiones animadas entre los fervientes seguidores de países calificados y aquellas naciones excluidas (es decir: los italianos, holandeses, chilenos, estadounidenses, griegos, turcos, marfileños... y canadienses, pero esto es la rutina). Hay bastante material para reírnos un buen rato. Además, siempre existen las personas "anti-fútbol" (típicamente norteamericanos, de hecho), que salen de repente de su gruta para comparar el hockey y el fútbol, y tratar de convencer a todo el mundo que el fútbol NO ES el deporte internacional por excelencia. Al tratar de argumentar, sugiere que estos individuos están afligidos por un terrible complejo de inferioridad. "En el futbol todos finjen." "En el fútbol, los jugadores podrían ganarse un Oscar de la mejor actuación dramática." "Se la pasan llorando." "En el fútbol, todos son millonarios mimados." Bla, bla, bla. Los fanáticos del fútbol se ríen mucho al leer estos comentarios y generalmente responden con videos de jugadores de hockey en medio de una exageración manifiesta. El entretenimiento en Internet está a la altura de su reputación durante la Copa del Mundo. Realmente, tienes que intentarlo para ver. Es al compararnos con idiotas que descubrimos que somos hot as hell, y eso es genial para la moral.
El deporte en sí mismo
Mi quinta razón para ser gaga para la Copa del Mundo es la más importante: el amor al deporte en sí mismo. Porque el fútbol es un deporte de resistencia y de refinamiento. Las proezas que se pueden observar durante un juego son incalculables. Es durante el Mundial futbolero que podemos enamorarnos de jugadores que conocíamos menos, y comenzar a soñar con verlos firmar con nuestro club la siguiente temporada. Redescubrimos a Kun Agüero y su pie devastador, vemos por primera vez la juventud de Gabriel Jesús causar estragos, nos tomamos el tiempo para constatar toda la evolución de Kylian Mbappé, estamos felices por Mohamed Salah que regresa de una sucia lesión. Es emocionante, el fútbol. El ambiente de los estadios, el fervor de los aficionados, la increíble agilidad de los mejores jugadores del mundo, la fraternidad, la convivencia... Todos estos ingredientes hacen de este evento un must en sí mismo, pero el amor a este deporte, él, a menudo nace de una sola y primera copa mundial ennla cuál te interesas y dura para siempre. Me pasó a mí. Así es como me sucedió. Pequeña historia: En 1994, tenía quince años durante la Copa del Mundo, que ocurría en los Estados Unidos. De repente y sin entender por qué, me enamoré mucho del equipo de Brasil y de su portero Tafarel, quien finalmente consiguió el codiciado trofeo. También me llamó la atención un tal Carlos Valderrama, centrocampista ofensivo colombiano, del que todo el mundo hablaba en aquel momento. Pasó así. Solo se necesitó un Mundial para volverme enganchada de por vida. En 1998, cuatro años después, descubrí a un otro jugador, un francés, Zinedine Zidane, y al mismo tiempo, rica de una estancia de un año en México, comencé a seguir al tri, a su chaparro portero Jorge Campos, a Luis Hernández y al legendario Cuauhtemoc Blanco (y su famosa Cuauhteminha).
Sí, podemos enamorarnos locamente de un deporte, y la Copa del Mundo es el escenario perfecto para hacerlo. Y de repente comenzamos a creer en el amor eterno. El amor real, el grande. Bueno. Esta relación no producirá a niños muy saludables, pero aunque más bien platónica, ella será responsable de muchos momentos de felicidad.
Así que te invito a ver la Copa del mundo, a enamorarte de una nación, o de dos, o de tres, para que puedan surfear en la ola loca del fútbol mundial y así entonar conmigo áfram Island, ¡Vamos México! y Yalla ya Masr.
¡Larga vida al fútbol!
[1] sandwich portugués
[2] tarta de flan