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El tiempo de un té de burbujas


"La vida es como una burbuja, una pequeña burbuja perdida en la atmósfera y que un buen día reventa cuando ha llegado el momento" (André Major)


               Dos amigas de vacaciones un lunes por la tarde en Montreal. Porque puede suceder. Por cierto, nadie ha decretado que solo los viernes son aceptables para los días de descanso. A mí, de hecho, me gustaban los lunes libres. Había menos gente en restaurantes y tiendas, y podías disfrutar de la vida tranquila sin tener que reservar en ningún sitio, o esperar horas para visitar.


            Eran las dos y media de la tarde. Sentía que la ligera lluvia llorada por el cielo se estaba convirtiendo en una pequeña nieve primaveral. Los copos se estrellaban en mis botas recién compradas para corregir el hecho de que había elegido botas de tacón alto para esta escapada a Montreal (una idea muy mala, cuando una sabe que va a caminar MUCHO) y ellos se licuaban de inmediato. Mi amiga Mélanie me miró y dijo: "Tengo ganas de bubble tea". Cuando una Melanie digna de ese nombre desea un té de burbujas, tengan cuidado, damas y caballeros, porque es un poco el mismo principio que cuando una mujer embarazada anhela pepinillos remojados en helado: No se puede decir no a eso sin esperar algunos temblores y convulsiones (Hablando de eso, Mélanie NO está embarazada. ¡No hagas correr el rumor!). Bueno, estoy exagerando, pero la Mélanie en cuestión aun así tenía una buena idea.


            Así que le pedí a mi amigo Google que nos buscara un nuevo lugar de té de burbujas cerquita. No los dos lugares que ya conocíamos. Porque ya que estábamos en Montreal un lunes, quería probar algo diferente. Yo soy una probadora. A menudo mi esposo levanta los ojos al firmamento cuando andamos de compras. Si me ves en un supermercado, tienes el seguro que llevaré a casa un montón de cosas de las cuales nadie ha oido, y también tienes la garantía de que me enamoraré de una marca extraña de algún producto extraño que seguramente será discontinuado en tres meses, para mi desconcierto. Parece que estoy condenada a la extrañeza discontinuada. En fin... Google me susurró al oído que un pequeño restaurante estilo "fusión asiática" llamado El MajesThé [1] gozaba de une buena reputación y estaba ubicado cerca. Y que hacían un fantástico té de burbujas. Y que nos iría como un guante. Sí, Google me contó todo esto. Él sabía cómo ser convincente cuando se ponía en eso.


            No digo que en la vida tengas que seguir a Google, pero en cualquier caso, tienes que seguir tu instinto. Así que caminemos en el gris de la ciudad (y del clima) hacia nuestro universo de chicas. Debido a que compartir un té de burbujas con su mejor amiga siempre era un momento mágico al que nuestros esposos no tenían acceso, ellos que generalmente preferían ir a ver los nuevos videojuegos en el Best Buy en lugar de tragar burbujas de gelatina. Al llegar al MajesThé, de inmediato supimos que el lugar nos estaba esperando. Ya, la acogedora blancura del espacio era propicia para la confianza, y nos cayó más que bien ya que teníamos cosas que decirnos. Además, la lista de tés era alucinante. Alucinante en el sentido de magnífica. No en el sentido en que los tés daban alucinaciones. No te rías, porque hubiera podido ser. Hoy en día todo es posible. El te es pura hierba, después de todo.


            Sea como sea, mi amiga tomó un té frío oolong, su favorito, con perlas de tapioca. Si no sabes qué son las perlas de tapioca, te las describiría como unas gomitas negras que no son dulces. Parecen a bolas de regaliz, o a caviar iraní gigante. Entiende que ella era una mujer acostumbrada a los tés con perlas. Iba all in. Yo prefería tomar una limonada fresca con té verde y jalea de lichi. Una mezcla rara... exactamente al igual que la mujer que era yo, un poco acidulada, un poco amarga y un poco azucarada. ¿Que no somos lo que comemos, de hecho? (¿Quién dijo eso, eh? Si no me equivoco, es un viejo francés del decimonoveno siglo, pero bueno, eso debe ser cierto ya que todavía se dice en 2019.). Ennnnn fiiiiiiinnnn... Continuo mi historia.


            Delante de un té de burbujas, charlamos, babeamos, hablamos, nos reímos. Es la bebida perfecta para no tomarte demasiado en serio. ¿Cómo podría alguien hacerlo, de todos modos, cuando aspirábamos hondamente en el enorme popote, abriendo repentinamente los ojos de sorpresa como un ciervo apuntado por los faros de un coche en un camino rural, al descubrir un trago lleno de más perlas que de costumbre, las cuales pasaban derechito hasta la garganta, tanto que tenías que toser para asegurarte de que no se atascarían? No era elegante, beber un té de burbujas. Un consejito: Si quieres hablar de cosas serias con alguien, elige hacerlo frente a un café con leche o una cerveza de barril. En frente de un té de burbujas, charlamos, nos burlamos de nosotros mismos o de otros, hacemos planes locos y ventilamos ligeramente. NO estamos hablando de reinventar la vida de uno, dejar al novio o cambiar de trabajo. No estamos hablando de secularismo, de medio ambiente o de política. Bebemos nuestro té riéndonos tranquilamente cuando estamos a un punto de asfixiarnos al momento de chupar alegremente y miramos si los vecinos son iguales de torpes que nosotros.


            El bubble tea está hecho para los días felices, aquellos días en los que volvemos a la infancia, donde queremos reír, viajar, usar ropa nueva o ir a ver un partido. Es perfecto después de una vuelta de compras donde uno compró unos pares de zapatos o una bolsa. Es incluso más perfecto si estás acompañado por alguien que está en el mismo estado de ánimo que tú para beberlo. Idealmente, por una Mélanie, ya que estos bichos son perfectos para un momento feliz de té de burbujas. Saben naturalmente qué hacer. Tienen el sentido del té de burbujas innato.


            MajesThé, si no conoces este lugar y que tienes un corazón feliz, es para agregarlo a tu lista. Es un lugar fantasmagórico donde ponen la misma música que la de mi iPod (sí, todavía tengo un iPod, no te vayas a burlarte) y  de la llave USB de Mélanie (sí, todavía trae su música en una USB, y no hagas ni un comentario, por fa.). Tenemos derecho a música vaquera gringa, a reggaetón, a los viejos clásicos de los años noventa y a buena música rockera embriagadora. Ya que todo los estilos mezclados parecen una receta de té de burbujas improvisada, es aún más interesante cuando te das cuenta de que ocurre en un pequeño restaurante de fusión asiática. Sólo por la música que desentona con las banalidades habituales, compro el concepto. Después de eso, están los detalles... como el nitrógeno líquido.


            El nitrógeno líquido, yo lo veía sobre todo en la televisión, en Masterchef Australia o en las transmisiones de Heston Bluementhal. Se me parecía cara, la comida "nitrógenoliquidada". Pero no aquí. En MajesThé, incluso si tomas un postre 8 dólares tan típico como una panna cotta, experimentarás el nitrógeno líquido. Yo, cuando me sirves una maravillosa panna cotta cuyos colores se descubren a través del humo casi irreal del nitrógeno líquido, llamo esto: vivir una experiencia. Especialmente si Shakira y Nicky Jam están cantando en música de fondo. Y que los sabores son divinos. Aquí, te dejo una foto de la obra de arte, como prueba. No podrás decir que no está preciosa la cosa. Gracias a Google por comprenderme tan bien (es broma, cálmate, Google manda a la gente a cualquier lugar y lo seguimos ciegamente como ovejas, pero esta vez, lo admito, nos sirvió bien).


            Un lunes por la tarde, dos grandes amigas con bolsas de compras... o no (los esposos volvieron al hotel con los compras, creo), bonitos vasos llenos de fantasías a sabor de té, un toque de música country, una conversación ligera y aterciopelada, la nieve que cae afuera, haciéndonos creer, la maldita, que la primavera aún no ha llegado, una panna cotta felizmente llenada de humo y que es casi demasiado hermosa para ser devorada, llevando una preciosa flor como adorno para recordarnos que la nieve afuera es una mentirosa y que está ahí, la primavera... ¿No era uno de esos momentos imperfectamente perfectos capaz de dar una sonrisa a cualquier humano sintiéndose un poco perdido entre los sombríos rascacielos del centro?


            Para citar a Lu Yu, un maestro del té en la dinastía china Tang: "Tomamos té para olvidar el ruido del mundo". Lo lograremos, una burbuja a la vez.

[1] Le MajesThé,  https://www.lemajesthe.ca/



| par La vie est un piment

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